Escrito por Michel Tapia
Muchos años atrás desde el Chile post dictadura de Pinochet (1990) que diferentes actores esperábamos un estallido social producto de un sistema capitalista excesivo en el escenario mundial.
Excesivo en súper explotación y concentración de la riqueza(salarios sin relación con el costo de vida mínimo, sostenido por endeudamiento junto con altos niveles de desigualdad) y en trabajo informal y semi informal (asalariados pagados como freelance o sin respaldo o sin ninguna protección social) ( Figura 1)
Excesivo en protección del Estado hacia los negocios privados y personas protegidas por el modelo ( militares, políticos, iglesia, capitalistas, figuras de tv y radio) y en desprotección social hacia la mayoría de la población ( Figura 2), con un discurso que era neoliberal cuando se trataba de los trabajadores y sectores empobrecidos y proteccionista cuando se trataba de compañías y actores privilegiados por parte del Estado. Fue tan descarado este modelo que para privatizar la educación, salud, pensiones, transporte, agua, electricidad, etc…, el Estado favoreció el desmantelamiento y mal funcionamiento del sector estatal para dejar el terreno libre para la instalación de los negocios privados luego incluso subvencionandolos.
A todo esto se suma una serie de casos de corrupción de estos grupos favorecidos con impunidad del sistema judicial( Figura 3).Y finalmente un manejo político que encendió y sigue encendiendo los ánimos a tal punto que el dedo que tapaba toda esta maraña de abusos ya no pudo seguir ocultando la realidad y el pueblo despertó como no ocurría en décadas desde los albores de la unidad popular del gobierno de Allende(1970). El despertar del pueblo es un nuevo sol dónde ya no sirve el dedo de los sectores privilegiados para intentar ocultar esta nueva luz que ilumina y desborda a Chile.
Se tejió una red de protección y un discurso político de común acuerdo a la salida de la dictadura entre la derecha e izquierda tradicional que permitieron estabilizar un duopolio de conglomerados políticos al estilo de Estados Unidos con un fin común, el desarrollo de un capitalismo basado en el extractivismo y en el desarrollo de servicios con una fuerte protección estatal para las iniciativas privadas. Inclusive partidos que habían sido claves para la construcción de una alternativa popular en el gobierno de Allende como el partido socialista y comunista terminaron siendo participes de este duopolio desde el sector de izquierda que operaba de manera estratégica como una mano que hacía un poco de cariño mientras la otra te golpeaba.
Y a nivel social el acuerdo entre estos diferentes partidos fue enfocarse en políticas para la pobreza absoluta y acceso a la tecnología y bienes de consumo basado en el endeudamiento por medio de lo que denominaron como un chorreo sin embargo no hubo ningún freno para la pobreza relativa lo que terminó por aumentar la concentración del capital y la desigualdad.
En un par de días se ha mostrado el verdadero rostro del duopolio político en particular del ala derecha liderada por el presidente Sebastián Piñera que afirmaba criticar las políticas de represión de la dictadura y el fascismo, demostrando que no han avanzado ningún centímetro en temas de derechos humanos y que su discurso más social que trataron de transmitir, se diluyó completamente frente a la población pidiendo más equidad, más voz y democracia.
Y en este mismo tiempo se han roto una serie de mitos que el duopolio intento instalar culturalmente sobre el fin de la lucha de clases, que la democracia de representantes era lo máximo que podíamos aspirar después de la dictadura, que no es posible terminar con la desigualdad porque nos convertiriamos en Venezuela, Cuba, etc.. Lo cual nos da un respiro en la arremetida de la ideología capitalista en el escenario nacional pero por sobre todo nos desafía a los sectores que estamos por la transformación de la sociedad en aumentar la organización, la democracia desde abajo y la calidad de nuestras estrategias políticas por la construcción de una nueva sociedad.